sábado, octubre 15, 2005

Hegemónico por antonomasia

La vida se tornaba pesada, llena de dolores por el caos que nacía de la nueva idiosincrasia durante la guerra civil. Una vez perdido el rumbo del sentido que da la libertad para la vida, la muerte se hace inminente.
Tampoco se podía evitar el sufrimiento y la desgracia que provoca el hambre. Junto a esto, había que escapar o luchar por el derecho a vivir dignamente. Derecho que habían quitado la clase empresarial dominante del país; ayudados ciegamente por la clase media alta, que creyéndose uno más de ellos, ahora se daban cuenta cuan equivocados estaban cuando se les daba vuelta la espalda a sus súplicas de amparo. Error que cometen siempre aquellos que la ignorancia, ambición y apariencia, corrompen sus valores humanos más intrínsecos.
Yo, pertenecí nunca a una jerarquía. Mis ideales y mi edad, superaban al sistema.
Por lo que la guerra y la lucha, no eran mías, y escapar al exilio era la mejor alternativa lo antes posibles.

No podía huir con muchas cosas, llevaba un bolso con documentos, abrigo,y un retiro del banco, que no era mucho, pero servirían junto a algunas cosas de valor para poder sobrevivir por algún tiempo. Salí de mi casa cuidando que nadie fuese a verme, pero había olvidado a mi fiel mascota que ladró cuando cerraba la puerta. Sólo al salir de la ciudad me di cuenta que había dado muerte a mi compañera de tantos años, no podía traerla conmigo. Sacrificarle y evitar su extrañeza y hambre, fue un pensamiento de segundos en mi mente. Sus ojos me perdonaban por su muerte, como si su opción fuese morir antes de no estar a mi lado. Su instinto comprendía que no volvería.
El dolor de su recuerdo me llenaba de odio y abominación hacia mi misma, y, hacia las inherentes causas de la guerra.
Qué había hecho?. Por eso momento no supe responderme.

No pensé que sería fácil, y tras un largo camino de asperezas que lograban sacudir mi ser más profundo, me hacía más fuerte frente a cualquier vicisitud y hábil a la observación y el disimulo. Un desertor no se perdona entre un pueblo unido en lucha,
que convertía a los seres más pasivos, en seres de almas despiadadas que se hacían aún más crueles por el odio y las muertes de inocentes.

La vida para mí seguía , cuando para otros era el fin. Mi familia había dejado de existir en el rumbo que había tomado una vez mi vida. No me importaban, ni yo a ellos, como un mutuo acuerdo implícito de quienes jamás han visto semejanzas entre su propia autarquía. No pensábamos igual, ni nos necesitábamos. Me sonaban totalmente a parientes lejanos que no vía hace mucho, lamentando cualquiera fuese su fin. Por otra parte, las promesas de quien había recibido y sentido el amor, no encontraría mi rastro, y sólo podía mantener la esperanza de encontrarle en un lugar fuera de la guerra. Nada podía inquietarme en esos momentos, así que seguí mientras el tiempo parecía haber detenido el movimiento y no sentía que estaba lo suficientemente lejos del pandemonium de imágenes que se formaban en mi mente. Comprendí que debía volver, que no podía escapar. Pero ya era tarde, las heridas del alma sanarían una vez comenzado el olvido y una nueva vida.

A todos aquellos
que han olvidado a los verdaderos culpables.

lunes, octubre 10, 2005

Los amigos ya se han ido

Cuando el cuerpo no respondía a las señales y se paralizaba con una cierta hemiplejía, lograba sentir como moría una parte de sí mismo, saber que podría despertar de igual forma, le consumía la vida en ese instante, ya nunca más sería el mismo. Trataba de concentrarse y que no le viniera el ataque, como si supiera que si dejase a su cuerpo desmayar, no sería más suyo, quedaría en estado vegetal y no volvería a poder comunicarse.
Parecía desvanecerse toda la vida en aquel instante, sabía que había dejado su medicina diaria, desde hacía mucho que ya no la tomaba, y ahora le pasaba la cuenta, cuán arrepentido estaba. No recordó a los que le querían. Todos sabían su falta de ganas de vivir, y sin respeto por su vida, no mencionó a nadie la falta al tratamiento que traía de niño, que como un niño con una vida por delante, logró ser un joven muy conocido por sus dotes artísticos, su grupo de amigos llegaba a ser descomunal, y su inteligencia no dejaba de ser menor a la de cualquier joven sobresaliente de las calificaciones del resto,
Sin duda no tenía necesidad de querer morir. Por qué lo hizo?, nadie supo realmente la gravedad de la carencia del gen que no traía en su genoma. Muy pocos lo sabían, su caso estudiado en estados unidos junto a siete casos más de todo el mundo, ni con ingeniería génica se había tratado la reposición de la ausencia del gen por otro con manipulación cromosómica. Con un cuarto de siglo se había podido mantener bien con tratamientos que impedían que el cobre se acumulara en su cerebro, hasta que los dejó por falta de amor a si mismo, nadie lo sabrá. Un año bastó para que el cobre se le acumulara elevadamente y volvió a ser un niño después de perder los sentidos aferente y deferentemente, con una parálisis casi total del cuerpo. Cuando lo llevaron a estados unidos a un tratamiento de emergencia, todos pensaron que volvería mejor, pero el tratamiento que duró 4 meses fue muy tarde. Comía por un tubo hacia el estómago, porque no podía tragar, se le había olvidado, y sin control de los esfínteres, igual a un bebé.
La vida se había acabado, cuando volvió a aprender a hablar, duraba un tiempo y el cerebro era nuevamente degenerado por el mal, y volvía a retroceder en los nuevos progresos. Una vez pidió un revolver, dentro de los métodos que tenía para comunicarse.
Todo cambió. Tristemente la vida se le arrebató de la manera más cruel. Sin promesas de recuperación. Cada vez sería peor y su fuerza interna ya no la sentía. En momentos así, cuando no existe peor sufrimiento se quiere volver a vivir y ganarle a la muerte. El también quiso vivir. Poder revivir y verlo como antes, es parte de un sueño. El dolor es inexplicable.
La vida continúa para los sanos, incluso para quienes se enferman por un malcuido de su cuerpo pero este no era el caso.

Me ves, me ves- le dije
Pero no podía reconocer mi voz
No puedo verlo morir, sentí…y corrí lo más lejos posible

A los meses, alguien me dijo ojalá hoy sueñes con algo hermoso. En ese instante pensé que eso era imposible, porque no sabía a lo que se refería realmente, y se fue con el viento.

Al otro día, lo recordé y era él, mi gran amigo de la infancia, estaba en mis sueños, y era el mismo que recordaba y que existió antes de su enfermedad, no puedo creerlo, le dije-estás bien- y me dio un abrazo que aún no puedo saber si fue real, o fue mi sueño como parte de lo más hermoso que exista bajo esa palabra.
Estoy segura que era él, que nos abrazamos bajo una atmósfera.
Vino para decir que está bien, tal cual antes. Mis lágrimas caen por él.